Taylor estar en la edicion de Julio de la revista Marie Claire esta es la entrevista:A Taylor Swift le encantan muchas cosas, pero quizás nada en este momento como su nuevo tour bus Prevost. "Es genial!" dice, saltando a través del laberinto del backstage del Save Mart Center en Fresno, California, donde actuará esta noche - largos ricitos de oro rebotando detrás de ella mientras va. "Mi madre y yo hemos rehecho todo. ¡Ven a verlo!"
Dentro, el bus es una fantasía exhuberante de chica, en marrón chocolate y azul eléctrico, completado con un sofá de terciopelo marrón y unos paneles de madera laminada rubios perlados, una chimenea eléctrica ("Porque siempre estoy helada!"), un cuarto de baño de mármol champán grande, y una cinta de Star Trac que se pliega como una cama Murphy. "Compramos el viejo autobús de Cher", explica la madre de Swift, Andrea, que va a cada gira, mirando desde la barrera, perspicaz y silenciosa como un águila. "Era todo negro y gótico". Para el nuevo bus, dice "Queríamos aclarar las cosas".
En la habitación de Swift, una gran caja de joyería de satén de color turquesa tiene la palabra Barbie escrita en pedrería, y los dos primeros álbumes multiplatinos de Swift brillan por encima de su sedosa, apiladas almohadas color turquesa y marrón como dobles lunas llenas de la cama. Un cartel sobre la puerta dice Nunca, Nunca, Nunca te rindas en letra rizada de bronce.
"¿Tenías este hecho?", le pregunté.
"No. Lo tengo de T.J. Maxx", chirría Swift, que puede ser la menos snob princesa del pop mundial. En el mundo de Taylor Swift (o "la Nación de Taylor", como los fans lo llaman), camisetas Urban Outfitters y estiletes de 900 dólares de Christian Louboutin se abrazan con igual fervor. Todos los miembros de la tripulación son presentados con pasteles en sus cumpleaños y serenatas por la misma Swift. Y todo el mundo - literalmente, todo el mundo - es recibido un un abrazo y una enorme sonrisa. Es una especie de reunión como la de Mickey en Disney World. La pequeña fan de 9 años con un sombrero de cowboy rosa consigue un abrazo. El alcalde de Fresno recibe un abrazo. Incluso el sudoroso chico adolescente con el brillo ligeramente loco en su ojo recibe un abrazo - pero cuando empieza a patear a Swift y la besa por toda la cara, dos chicos de seguridad fornidos pasan y se lo llevan. "Me asusta cuando va abrazando a todo el mundo", dice Scott Borchetta, quien firmó a Swift para su sello discográfico, el entonces recién nacido, Big Machine, en 2005. "Tengo que volver la cabeza cuando ella lo hace durante los conciertos. Pero no podrías pararla aunque lo intentaras; es una amante de los abrazos".
Dentro, el bus es una fantasía exhuberante de chica, en marrón chocolate y azul eléctrico, completado con un sofá de terciopelo marrón y unos paneles de madera laminada rubios perlados, una chimenea eléctrica ("Porque siempre estoy helada!"), un cuarto de baño de mármol champán grande, y una cinta de Star Trac que se pliega como una cama Murphy. "Compramos el viejo autobús de Cher", explica la madre de Swift, Andrea, que va a cada gira, mirando desde la barrera, perspicaz y silenciosa como un águila. "Era todo negro y gótico". Para el nuevo bus, dice "Queríamos aclarar las cosas".
En la habitación de Swift, una gran caja de joyería de satén de color turquesa tiene la palabra Barbie escrita en pedrería, y los dos primeros álbumes multiplatinos de Swift brillan por encima de su sedosa, apiladas almohadas color turquesa y marrón como dobles lunas llenas de la cama. Un cartel sobre la puerta dice Nunca, Nunca, Nunca te rindas en letra rizada de bronce.
"¿Tenías este hecho?", le pregunté.
"No. Lo tengo de T.J. Maxx", chirría Swift, que puede ser la menos snob princesa del pop mundial. En el mundo de Taylor Swift (o "la Nación de Taylor", como los fans lo llaman), camisetas Urban Outfitters y estiletes de 900 dólares de Christian Louboutin se abrazan con igual fervor. Todos los miembros de la tripulación son presentados con pasteles en sus cumpleaños y serenatas por la misma Swift. Y todo el mundo - literalmente, todo el mundo - es recibido un un abrazo y una enorme sonrisa. Es una especie de reunión como la de Mickey en Disney World. La pequeña fan de 9 años con un sombrero de cowboy rosa consigue un abrazo. El alcalde de Fresno recibe un abrazo. Incluso el sudoroso chico adolescente con el brillo ligeramente loco en su ojo recibe un abrazo - pero cuando empieza a patear a Swift y la besa por toda la cara, dos chicos de seguridad fornidos pasan y se lo llevan. "Me asusta cuando va abrazando a todo el mundo", dice Scott Borchetta, quien firmó a Swift para su sello discográfico, el entonces recién nacido, Big Machine, en 2005. "Tengo que volver la cabeza cuando ella lo hace durante los conciertos. Pero no podrías pararla aunque lo intentaras; es una amante de los abrazos".
Taylor fue vista saliendo del hospital "The Walter Reed Medical Hospital", en Washington DC, ayer 2 de Junio, donde fue a ver a algunos veteranos y sus hijos.
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